En los últimos años, se han realizado investigaciones científicas sobre los mecanismos de la fuerza de voluntad conocida también como autodisciplina. La fuerza voluntad es la capacidad que tienemos para controlar el comportamiento, las emociones y la atención.
¿Qué podemos hacer cuando tenemos propositos y no tenemos la suficiente voluntad?
La terapia cognitiva de tercera generación propone que la fuerza de voluntad es un batalla que se puede ganar gracias a la práctica del mindfulness (atención plena)
Estudios han demostrado que con la práctica de atención plena y el ejercicio fisico conectamos directamente con la corteza prefrontal, área del cerebro encargada de la fuerza de voluntad y esto nos permite recordar nuestros objetivos de largo termino. La mayoría de las cosas que hacemos son irracionales, inconscientes, o automáticas. Al dotar nuestros actos de consciencia, ayudamos a que nuestra fuerza de voluntad retome las riendas. Además, la ansiedad no es una variable constante, viene por olas. Así que a veces solo hay que esperar a que pase esa ola.
Un ejercicio Mindfulness nos propone que elijamos algo que creemos nos hace feliz y que comprobemos si realmente se cumple esta premisa, utilizando para ello nuestra plena atención. Nos anima a experimentar primero la sensación de “querer” o de antojo: lo que sentimos en nuestro cuerpo así como los pensamientos y emociones que vienen asociados a ello. Y luego, poco a poco, consumir aquello que consideramos nuestro objeto de tentación (un mordisco de un trozo de pastel o una calada a un cigarro). Y finalmente, preguntémonos: “¿me satisface?, “¿me siento más feliz?”
